Por: Aneldo Arosemena
De nada sirvió la boleta de “protección”
contra su marido que le dieron en la corregiduria. Él la mató.
Una certera puñalada acabó con su vida, el hombre, luego de arrancarle la existencia a su mujer
frente a los hijos, se entregó
voluntariamente a la Policía Nacional, sólo acertó a decir “No sé que me paso
me volví como loco”.
El saldo imborrable de la “La locura”, de
este hombre, de nombre
cualquiera, porque los casos se repiten sin cesar: dos
niños huérfanos de madre, que padecerán de heridas y traumas psicológicos
quizás para toda la vida, un padre encarcelado, una familia arrasada por el
dolor de la pérdida.
Femicidio
El femicidio,
podría decirse que es una palabra de “moda”, de esas que de cuando en cuando
aparecen en los medios de comunicación, si no encerrara un significado tan trágico, se
define como la muerte violenta de una mujer por el sólo hecho de ser mujer, más
estrictamente, el homicidio por razón de género femenino. El término acuñado
originalmente en Inglaterra por Diana Rusell en su libro “Femicide. The politics of woman killing “,
fue castellanizado por la socióloga mexicana Marcela Lagarde, para referirse a
los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, México, hecho ampliamente
documentado en la prensa mundial.
En Panamá,
Toribia Venado, una abogada de origen gnobe, que actualmente es Subdirectora
del Instituto Nacional de la Mujer, (INAMU) reveló que en 2012 se cometieron 47
casos de femicidio y en lo que va del año 2013 se han contabilizado 46, según cifras que maneja el
Observatorio Contra la Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo.
Sensacionalismo
La prensa
comercial ha hecho de las muertes violenta de mujeres a manos de su conyugue
una especie de género de “novelas del corazón” sangrientas en la que se abre la
nota con aquello de que “La mato el
hombre que una vez le juro amor”.
Mas allá
del episodio policivo que salta a las pantallas o a las primeras planas de los
tabloides, la violencia intrafamiliar es una sorda y silenciosa realidad cuyo
desenlace mas dramático es la muerte de la mujer, pero que conlleva una serie de episodios en los que se ejerce
violencia física, sexual y patrimonial, física o psicológica, lesiones que muchas veces no son reportadas a
los hospitales porque la víctima no busca asistencia médica ni legal.
Perfil Psicológico
Estudios
psicológicos revelan que estas mujeres,
tienen baja auto estima y buscan hombres abusadores, cuyo perfil también es de
baja autoestima y ven en el autoritarismo una forma de afirmación de su
personalidad. En esta actitud reside su poder sobre ellas.
Psicológicamente es una relación de codependencia
en que tanto abusada como abusador desarrollan lazos que se tejen en medio del
temor, el silencio y la impunidad, hasta cuando se da el hecho que hace crisis:
la muerte de la mujer.
Silencio y miedo
Para
Gloria Young, Presidenta del Centro de Apoyo a la Mujer Maltratada, (CAMM), una
organización que fundó en 1995, con sede
en el populoso distrito de San Miguelito, donde ocurren muchos de estos casos,
el maltrato a la mujer es frecuentemente, un crimen silencioso, donde se da la impunidad
de los transgresores porque la víctima, por temor no denuncia el delito.
“Lo que
vemos en los periódicos y las televisoras, es el resultado final de años de
maltrato o la explosión súbita de ira
contenida”, afirma esta mujer que fue diputada por dos periodos consecutivos y
presidio la Comisión de la Mujer de la Asamblea
Legislativa y que fue una de
las primeras ideólogas del llamado
feminismo radical en Panamá.
Las cifras
de femicidios van al alza y una opinión pública
insensible, mas apasionada por los deportes de multitudes como el fútbol, le da
la espalda a las mujeres maltratadas, humilladas, escarnecidas por sus
compañeros sentimentales que por deformaciones culturales ancestrales,
alcoholismo, consumo de drogas, masculinidad mal entendida se creen sus dueños.
El
fenómeno se da en todas las clases sociales, baste recordar el caso de un
conocido abogado cuyo maltrato a su esposa le costó el puesto al cargo de Defensor
del Pueblo al que había sido elegido por los diputados, cuando un rival
despechado hizo pública la denuncia que existía en la corregiduría de Bella
Vista contra el flamante Defensor, lo que le obligo a renunciar aun antes de
tomar posesión del cargo.
Sin Protección
La ley
tampoco está de parte de las mujeres maltratadas. A nivel de las corregidurias
del país sólo les dan una “boleta de protección” que no las protege de nada, ya
que muchas mujeres asesinadas tenían estas boletas.
Cuando los
casos de violencia domestica están en
fiscalía, es común que el fiscal a cargo de la investigación decrete “orden de
alejamiento” contra el denunciado o “desalojo del presunto agresor del
domicilio conyugal”, medidas que son letra muerta, papeles sin valor que no
protegen en nada a la aterrorizada víctima
del delito.
Penas
“Hay que
endurecer las penas contra este delito”, sostiene el abogado Víctor Campos,
quien reconoce que no es un experto en el tema pero que por formación jurídica
elemental entiende que las medidas cautelares contra el investigado carecen de eficacia
al no haber una autoridad de policía especializada que dé respuestas rápidas a
las mujeres en peligro.
Actualmente
reposa en La Asamblea, en la Comisión de la Mujer, aun anteproyecto de ley para
modificar el código penal y endurecer las penas en este delito, pero Marilyn Vallarino, la
diputada oficialista que la preside, más conocida por su cabello teñido de rojo
y sus habilidades con el boxeo –y la lengua- no ha podido lograr que se le de
discusión.
Mientras
tanto, las mujeres callan y siguen muriendo.