sábado, 8 de junio de 2013

CRÓNICA

BUEN PADRE, PERO FUMADOR

Por: Xenia De León

Recuerdo como si fuera ayer en 1988 ver a mi padre que no se levantaba
a caminar por el patio y solo permanecía en una cama, con su fiel
amigo, el cigarrillo, sin medir las consecuencias que venían después.

Poco a poco su salud fue empeorando, pues su doctor le había
recomendado que escogiera entre el alcohol y el cigarrillo, porque las
dos cosas lo podían llevar a la tumba, pero él se inclinó por los
“blancos”, como usualmente le dicen por allí.

A toda hora el cigarrillo era necesario, hasta peleaba con nosotros
cada vez que se les acababan, nos mandaba a la tienda y le decíamos: 
"La chinita no tiene cigarrillos, y él respondía: “coño es
que el vicio nunca va a quebrar, búscame mi cigarrillo”, era una
“mentirita blanca” para que  dejara ese vicio tan dañino. Pero se
concentró en el cigarrillo, terminaba una caja e iba con otra.

En su deterioro físico le mandaron una radiografía y la misma
demostraba que un pulmón fue consumido por el cigarrillo y el otro,
estaba bastante afectado. Allí empezó la angustia para la familia De
León y los hijos de su primer matrimonio.

Un año más tarde, la salud de mi padre fue cediendo. Hubo que
internarlo en el Hospital Oncológico. Escupía flema con bastante
sangre, tenía una tos permanente, que a veces lo ahogaba. Sudaba nicotina.
Los doctores le diagnosticaron cáncer de pulmón y fue
sometido a quimioterapia.

Se recuperaba y luego en 1992 tuvo su peor recaída, un resfriado lo
complicó, llevándolo a sus 81 años de edad a quedar postrado en una
cama, con muchos dolores y entubado, según nos contaba mi madre.

Sufríamos al no poder ver a mi padre nuevamente con nosotros, pero le
insistimos a mi madre que sacara el permiso con los doctores porque
queríamos verlo, ya que éramos menores. Al revisarlo lo encontraron
mejor, la comunicación nos llegó y ya no fuimos a hacer el intento en
el hospital, pero horas más tarde la mala noticia nos llegó.

Me acuerdo como si fuera ayer cuando mi madre Elida junto con una tía
llegaron con un busito a la Casa Comunal de Concepción, Juan Díaz,
donde ensayaba en un conjunto típico, con sus ojos llorosos y un
toallita en su nariz. Inmediatamente salí sin avisarle a nadie y sabía
que lo peor había pasado: mi padre ya no estaba entre nosotros.

Yo tenía 12 años cuando mi padre Cirilo perdió la vida y pensé en el
impacto que podría tener en mi hermano, que cuando se enteró aquella
vez que mi padre estaba mal, no quería ir a la escuela porque decía
que se iba a morir.

Al llegar juntas a casa no sabíamos ni como decirle a mi hermana
Eoris, que su papá de crianza, se lo había llevado el creador, pues
ella le faltaba un mes para dar a luz. Se puso como loca, lloraba  al
punto que le recordamos que tenía que reponerse por su bebé.

Pero tengo que recordar cosas muy buenas de mi padre: cada vez que una
persona llegaba a mi casa le brindaba un plato de comida, ese era la
costumbre.  Decía que acercarse a las personas para abordarla sobre
ello era de mala educación.

La inteligencia de mi padre Cirilo De León era de envidiar, cuando me
ponían una tarea en la escuela, él la recordaba con facilidad, a sus
70 y 80 años su mente era brillante, me contaba una historia con temas
sobre el sistema solar.

Su carácter era fuerte, un poco gruñón.  Mi casa quedaba frente a un
cuadro de fútbol y él le decía a los muchachos “les voy a ahogar la
bola en el pozo, tiren al portero”, pues estaba cansado que la bola
siempre quedaba en el patio y un día casi le pegan cuando estaba en su
hamaca.

A menudo íbamos a restaurantes y nos decía: "tienen que aprender a comer
porque el día de mañana no saben con quién estarán en una mesa". Por
ejemplo: a mí me gustaba tirar los guisos fuera del plato,  y me
reiteraba que pasa si le arrojas un guiso en el saco de una persona,
pues te quedarás lavando los platos y allí aprendí.

En mi casa los buenos modales nos inspiraban a mí y a mis tres
hermanos. Crecimos en una casa humilde, de madera, sin luz, con un
piso de tierra y unos cuantos muebles viejos, sin plata, pero no
faltaba la comida. Mi madre Elida, una señora del campo, que por
encargarse de los peones y los quehaceres de una finca en Veraguas
sólo llegó a su sexto grado.


Mientras que mi padre Cirilo, era jubilado del MOP, manejaba chivita y
le doblaba la edad a mi madre, cuando él tenía 80 años mi madre
llegaba a los cuarenta, consolidando así su segundo matrimonio donde
nacimos Cirilo como él y yo Xenia Elena, nombres que llevaba su madre
y mi hermana Xenia, la mayor. Además, de mi hermanas que crió Eoris y
Adriana.

En nuestras navidades los juguetes los confeccionábamos de papel, no
había para las famosas barbies ni los toncas para mi hermano, pero
éramos felices, inspirados en que algún día nuestros hijos tuvieran lo
mejor.

Yo era la hija del medio, nos venía un reto grande, pero mi madre se
puso a trabajar en casa de familia. Concursé para una beca en el
IFARHU y la gané por mis buenas calificaciones. Cuando formaba la fila
para la beca abordé al Vicepresidente de la República, Guillermo Ford,
y le dije: "necesito una beca para poder estudiar y él me dijo cuente
con eso. A las semanas estaba en el listado".

La beca nos sirvió de mucho. Pagábamos agua, luz, comida, íbamos a la
escuela, y las cosas empezaron a funcionar nuevamente, pero así hice
mi primer ciclo, mi secundaria y la Universidad de Panamá.  Añoraba
estudiar Pediatría, pero mi madre me dijo: “Yo no tengo para pagarte
esa carrera, tienes que estudiar y trabajar”.

Hice los exámenes y entre a la “U”, cuando en una banquita encontré al
amigo Orlando Worrell, quien me abrió las puertas de Radio Estéreo
Universidad para empezar a acariciar el Periodismo, garantizándome los
boletos para la mesada como paliativo.

Pero mi interés por los medios crecía, él me recomendó en Radio Mía,
donde empecé con B/..225 al mes, trabajo que le agradezco porque
entré al mundo de la radio, sumando experiencias en Radio Ancón, Radio
Bahía y otras, luego experimente en periódicos como el Panamá América,
La Prensa, La Estrella de Panamá y después se me abrieron las puertas
en TVN noticias, ahora con un salario que me alcanza para vivir y
educarme. Hoy tengo más de 15 años en los medios.

La herencia de mi padre, la buena educación, me ayudaron a ser lo que
soy ahora, una joven luchadora y humilde que ha sabido superarse y
sacar a su familia adelante, venciendo los obstáculos, donde después
de tanto esfuerzo he podido obtener una casa modesta, un carro, una bella
niña de 4 años, junto con mi esposo y mi familia.


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